Estoy sentado en una de las esquinas de la oficina. Ya son casi las trece horas del día y mis compañeros empiezan con aquel ritual térmico de calentar sus almuerzos transportables. María, la mujer de nadie, esa fémina de poca grasa perteneciente a contabilidad, recluta a mis tres compañeros -previa calentada de tapers- y se van a almorzar a la calle. Yo esta vez almorzaré en el comedor-cocina-sala de entrevistas-sala de conferencias-salón de reuniones de la empresa. Subiré con valentía sobrante que solo poseen los sentenciados que van rumbo al patíbulo. Ya se acerca la hora y dentro de mi morral tengo mi almuerzo compactado en un taper de 24 onzas made in China dispuesto a ser calentado y digerido.

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Ya hace un buen tiempo atrás que he decidido llevar el almuerzo al trabajo. Siempre me resistí llevar el taper pues me gusta la libertad de no traer nada encima más que los headphones o un libro. Ahora todo es distinto: los descuentos cada quincena por la adquisición de una notebook me obligan a que de lunes a viernes cargue el envase plástico. Pero antes de mi heroico acto gastronómico, antes de trasladar la comida de casa al trabajo, cada vez que daban las dos de la tarde me dirigía al restaurante cruzando la avenida Palermo. Yo, junto con un conglomerado de comensales hambrientos nos disputábamos un asiento y rogábamos que a nuestra ensalada no le nazcan patas. Fiel asistente al restaurante de “la tía poco”.

LA HORA DEL ALMUERCITO
Entonces subo a paso firme al comedor. Aquí no sólo danzan los tapers, sino también las sillas de plástico que son arrastradas hacia la mesa.
Pronto este lugar empieza a llenarse de empleados y claro, también de tapers. A un costado del horno microondas se estacionan los recipientes de plástico en sus múltiples tamaños y colores, la cola avanza cada minuto y medio. De pronto ya es turno para calentar mi taper; hoy mi almuerzo consiste en brócoli, arroz y una pierna de pollo. Al rato un “tu tu tu tu tuuuu” avisa que mi almuerzo está listo. El “tu tu tu tu tuuuu” del microondas es una suerte de llanto o de un berrinche tecnológico quejándose por los sabores del apio, la beterraga o el kión del almuerzo de algún empleado hambriento (o quien sabe se queja por el brócoli que atreví a ponerle).

Una escuálida señora que responde al nombre de Pilar, ubica sobre la mesa una botella gorda con ají adentro. La mesa blanca del comedor está siendo poco a poco reservada con algunos tenedores envueltos en servilletas. Tomo distancia de algunos cabecillas, de esos con los que puedes salir perdiendo, y silenciosamente usurpo un lugar en la mesa y almuerzo a la defensiva. No debo olvidar que soy el novato de aquel comedero. Todo ahí me resulta desconocido.

Un caballero rechoncho y muy grueso es nuestro anfitrión en la mesa. Se trata de Chamochumbi o simplemente ‘Chamo’, un tipo cincuentón de estatura pequeña pero grande por los costados. Chamo tiene la cabellera corta, los ojos y pestañas a la de una mujer; pantaloncillos bien planchados y excesivamente arriba (él, al igual que mi padre, tiene un problema para ubicar su cintura), la vasta se impone y lamen su calzado siempre brilloso. Chamo no trae taper, es de comprar su comida y traerla al comedor; él nunca puede faltar, es nuestro anfitrión.

El tema de conversación en la mesa es un repertorio variado: Magaly Medina, Luciana y su padre Rómulo León. Mientras saboreo mi almuerzo pienso que los temas de conversación sobre una mesa nacen como pretexto para disimular los sonidillos desvergonzados como el de un hueso de pollo siendo triturado, el de un “juishhh” al succionar la sopa, o para encubrir algún aire extraviado pues creo era lunes y tocaba menestras.
- Luciana es inocente, dijo la señora Pilar.
- Luciana es un costillón, corrigió Chamo.
Luego la señora Pilar arremete sin piedad contra el rostro de Rómulo León y explica el por qué del mujerón que tenía al lado.
- La Miss Perú está por la plata, no por la cara de él. ¡Qué tienen caracho! ¡No entienden!, renegó la señora.
- ¿Usted me está diciendo que la mujer es interesada?, preguntó Chamo.
- Tú tienes que ser un cajero si quieres estar con una Miss Perú. Un cajero automático necesitamos las mujeres.
- Tú confirmas la teoría que el hombre es el cajero automático de la mujer, exclamó Chamo.
- Tiene que ser el cajero automático, sino no sirven para nada, sentenció Pilar.
- ¡Por eso las atropellan carijo!

Mientras tanto a ras de mesa los tenedores escarban en los tapers y yo pincho el último pedazo de brócoli para escapar cuanto antes de esa mesa del mal. Tendría que actuar rápido y despedirme educadamente sin importar que me escuchen o no. “Permiso”, pronuncio silenciosamente y me levanto sin despertar sospecha alguna, retrocedo mi silla sosteniendo mi taper en la mano; aquel envase plástico made in China es casi alzado por los cielos como si se tratase de un trofeo por salir invicto de aquella mesa. “El chico se va asustado; no te asustes hijo, que te pasen un cuy”, vociferó el grumoso señor ojos de mujer. Todos soltaron risas –quiero creer- como haciendo la digestión. Yo conservaba aún el tenedor en la mano, talvez nadie se daría cuenta si lo empalo como a carne.

Con aquella amenaza mental de empalarme a Chamo terminó un día de almuerzo colectivo en el comedor-cocina-sala de entrevistas-sala de conferencias-salón de reuniones de la empresa. Mañana también llevaré almuerzo y también seguro llevaré brócoli (porque mamá dice que es la verdura que está de moda). Mañana nuevamente le diré mama: Mamá quiero taper.

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001.- ¡¡¡TE INVITO A MI FIESTA!!! Este sábado 20, sábado 20... Se cumple el primer aniversario de Teleaparato. No, no habrá fiesta.

3 Comments:

  1. Juanito el caminante said...
    Uy para mi lo mejor es la limonada agria en un taper... recuerdos de nido...

    Puchamadre... por culpa del taper muchos de nosotros tendremos cáncer en nuestras vidas...

    Pucha bro caballero... a caentarlo nomás...

    Debería haber un microhondas que diga YASTAAAAAAA!!!

    Sigue caminando...
    EfeR Soto said...
    ´va ver fiesta o no!
    [ STF ] said...
    uy cumpleaños del teleaparato :D no falta mucho.
    habran globos y pastel de chocolate?.
    si no hay no voy a la fiesta.
    :D XD


    Flo comes arbolitos y para mi son desagradables.

    imagino al grumoso señor ojos de mujer.

    nada sexy.

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