Tres amigos se reencuentran después de más de medio año de separados. Uno se casó a finales del 2007 para después retornar a Pisco donde trabaja y vive siempre acompañado de su esposa. Ambos están a la espera de su primer hijo. El segundo amigo administra o es uno de los administradores del negocio familiar, dedicándole tiempo completo a ello. El tercero… el tercero simplemente quiso desaparecer por un buen tiempo aprovechando que el primero abandonó la ciudad y que el segundo se dedica al trabajo familiar. Tan sólo va y viene de su labor como diseñador. Se juntan, ríen al evocar las historias en común, se informan de lo que hace uno, se ponen al corriente de lo que hace el otro. Ya no se emborrachan como aquellos sábados por la noche, ahora comparten un vaso de mazamorra morada y piqueos de un pote de plástico. La amistad es un afecto perdurable y ellos lo saben bien.

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Mi visita después de muchas lunas a casa de Luis coincidió con una llamada de Peter a mi celular. Dice que está en Lima y que si nos podemos volver a juntar en su casa (o bueno en lo que era su casa). Quedamos. Iremos a las siete. Luis y yo avanzamos con paciencia al ritmo de quien compra el pan de los domingos. Hoy es domingo por la noche y vamos vestidos con ropa de calle y no con batas mañaneras. Nos detenemos a comprar una Inca Kola de litro y medio que Peter, vía teléfono, nos encargó. Realmente parece como si volviéramos a ver a Peter después de una operación o similar pues desde ya hace un buen tiempo no sabemos de él. No sabemos de nosotros.

Tocamos el timbre. Desde el pórtico de su casa hasta su sala todos cruzamos saludos. Allí está Bianka, la esposa de Peter, con la barriga hinchada de cinco meses de embarazo, y el hermano de esta. Los más experimentados saludan con palmadas en la espalda. Es cuestión de adecuarse a la idea de que aquel grupo de tres amigos que se creían inseparables se reencuentran después de más de medio año. Tomamos asiento. Al frente mío: Peter, y a su izquierda: Luis. Al centro, en la mesita, un pote de plástico que no rebalsa en piqueos y que Charles, el hermano de la esposa de Peter, se compromete a hacer desaparecer.

Sentados ahí, la cháchara empieza con Inca Kola en mano y con el abandono que Peter hizo a su cuarto. Las palomas, nuevas inquilinas, le están muy agradecidos por tremendo palomar ofrendado. “Esa vez lo limpié con espátula”, reniega amablemente. La antigua habitación de Peter nos trae recuerdos: la vez en que una caja familiar de pizza convivió debajo de su cama por varios meses. “Se desintegró”, chacotea Luis y agrega “pero esa caja, puta, habrá estado un año”. “No, no lo creo, seis meses”, acometió Peter.

Nuestro anfitrión nos habla de la reconstrucción de Pisco después del terremoto y de su trabajo en la Planta de Tratamiento de Gas: “Una de las cosas que tengo que hacer es la medición de tanques. En vez de meter un fierrito metes una wincha. Tú tienes que poner una cremita y lo mides”. Me parece que tratara al tanque como a una cocinita de primus. No lo sé. Me doy. “Si un tanque llega, por algún motivo, a incendiarse se tiene que controlar con el sistema contra incendios… pero cuando ya prende ya fuiste”.

En el otro extremo, Luis se empacha en contarnos de sus salidas con “La China”, es una coordinadora de producción que trabajó en un programa de rock en la TV. Salieron a pasear por LarcoMar y él divisó a sus amigos y prefirió no presentarla. “Pero se calmó porque le invité un Baylis”. Santa solución. De lo que nos pueden salvar las copas de Baylis. Punto a favor para el licor.

La retahíla prosigue en la sala y en la cocina Bianka prepara un postre morado que luego nos da a probar. Al fondo, en el antiguo cuarto del abuelo, la hermana mayor de Peter en escenas con una de sus amigas de la universidad y una del colegio. Yo me siento cómodo. Siempre fui bien recibido en aquella casa. En las paredes las fotos de la familia que vive fuera del país. Reconozco una sonrisa. Giro la mirada: Sasha, la octogenaria perra de la casa, ladra en protesta de su enclaustro en el segundo piso. “Guau, guau”.

DIAS DE MATEO
Por un buen tiempo todos los sábados por la noche nos reuníamos en la habitación de Peter, las provisiones las compraba él (entiéndase por provisiones a las enormes bolsas de Chisito que cargaba al hombro). Departíamos algunos tragos y navegábamos toda la madrugada en Internet. Su casa siempre desabitada nos facilitaba el morbo. Fue ahí donde nació “Mateo” interpretado por el súper abogado Luis. Teníamos un correo propio de nombre “hoy pierdes” con el que chateábamos por el Messenger y otro en Yahoo al cual perdimos el rastro. Reímos a carcajadas al recordar el ingenioso y pícaro pero inofensivo nick de “Eyaculator” y “Cam x Cam” para ingresar a las salas del Latinchat. “Una vez, recuerdo, entramos al Latinchat con el nick de Eyaculator y nadie nos hablaba”, contaba Peter. “Sí, yo recuerdo que nos hablaban los maricones: ‘Pie grande’, ’20 centímetros’. Esos huevones nos respondían al toque”, intervino Luis. Luego corre la anécdota de cuando jodimos a un maricón que nos empezó a hablar, y con la ayuda de la webcam logramos capturar su rostro, luego lo pasamos al Paint para agregarle la frase “Maricón de mierda”, y lo rematábamos con cartelitos mofándonos de él. Sí, claro, actuamos mal pero cuando uno es joven sólo piensa en el momento así que en ese instante no pensamos en su dignidad (por favor a los señores del MOHL, no queremos tener problemas. No manden cartas). En aquellos días de Las Noches de Mateo, Luis chateaba con una colombiana a la que le envió una foto de stripper y ella se la creyó toda. Intercambiaron webcam y le mostró el torso desnudo, luego observamos a la pobre colocha morderse los labios. Un calorcillo ilegal se producía en su trémula piel morena. Las Noches de Mateo, siempre resultaron de ese tono pícaro y madrugador.

Evocamos aquellas descargas memorables del Ares. Los sonidos de orgasmos: la del pato Donald. “Who’s your daddy?”, se escuchaba en ese mp3. El famoso “Oh yes, oh yes… Don’t stop, don’t stop”. “Pero ahora a salido una con la versión de Darth Vader”, nos actualiza Luis.

No se puede evitar mencionar el famoso video que descargué ‘ac-ci-den-tal-men-te’ un día de fin de año en la habitación de Peter. Buscaba la página web de nuestra banda desde el mismo portal de Galeón (por entonces nos reuníamos a hacer algo de música). Abrí varias ventanas y de click en click… “Ese huevón me mostró ese video. Me traumó. Me dolió a mí al verlo. A todo el mundo se lo cuento y hasta ahora no lo creo. Yo lo cuento para que lo busquen”, testimoniaba Luis. “Llegaste a encontrar lo que buscabas”, vacila Peter. La historia dice que descargué un video de aproximadamente unos veinte segundos de duración que tenía como protagonistas a una pareja desnuda. “El pata estaba echado en un sillón y la flaca había terminado el ‘golo-golo’, y con un consolador se lo metió por el pene y el pata…”. “Se lo metió por el ojo de tondera”, interrumpe en risas Peter, siempre tan directo. “Fue horrible huevón”, comenta Luis aún conmocionado y casi adolorido como el protagonista del video.

Recordamos el famoso Cachondísmas.com, una web en la que supuestamente se chateaba con mujeres en vivo. “Ese huevón trajo Cachondísimas”, me acusaba Luis. Portal en la que Peter y yo una vez entramos a chatear desde nuestras respectivas casas. Nos sacaron del Chat en cuestión de minutos.

En aquellas Noches de Mateo nació una apuesta en que Peter le vaticina a Luis la existencia en menos de 10 años de un traductor de idiomas pero sólo utilizando la voz. El monto de la apuesta es de 100 dólares. Tengo la grabación de la apuesta y ya falta como ocho años. Yo no me meto. Antes de eso vaticino que el dólar se habrá devaluado y que habrá un tsunami con siete arco iris.

RECORDAR ES VOLVER A CONTAR
“¿Se acuerdan de la mosca?”, pregunté por aquel auto Toyota de Luis, al cual bauticé así porque se caía a pedazos como en la película. Cierto día, hace ya varios años, íbamos de noche dentro de ‘la mosca’ por la avenida Dominicos, por entonces apenas excedíamos la mayoría de edad, de pronto un policía nos detiene advirtiéndonos que vamos en contra. Se apiada de nosotros, nos ve la cara de párvulos asustados y en un ademán de manos nos deja ir. Al aspaviento se le agrega el que no llevemos encima el cinturón y conducir con las luces apagadas. “Jefe lo estoy llevando a la cochera”, fue lo único que dijo, por entonces, Luis. Otra experiencia similar y policial fue aquella cuando enrumbamos a Condevilla con un equipo de sonido a bordo tan solo para comprar cuerdas de guitarra. Sin brevete y, creo, también, nuevamente, sin cinturones pasamos veloz cerca de una patrulla policial. “Actúa normal, actúa normal”, nos enfundaba en valentía Luis.

EN EL NOMBRE DEL BEBE
Peter será padre por primera vez dentro de pocos meses. Empieza la discusión sobre el nombre que ha de llevar su primogénito. “El primer nombre pensado era Sebastián pero quedo Ian Sebastián”, nos da la exclusiva Peter. Cuenta que eligió ese nombre por el vocalista de Joy Division (me imagino al ver la película Control). “Ponle Bono”, ataca Luis. El bebo no ha nacido y ya quieren que sea un pelotero. “Ya sabes. Me lo traes y yo lo hago crack del fútbol. Vamos a medias. Lo llevo al Real Madrid y nos hace millonarios y nos saca de este miserable país”, dice Luis, su futuro representante.

Insisto en mi ofrecimiento de hacer los partes para el Baby Shower. “Pero la fiesta la pones tu”, le advierto. “Le compro un carro si tú le pones a tu hijo Eudoro o Patroco”, siempre ingenioso Luis. “Oye piensa un nombre van a ponerle Sebastián”, me dice Luis que después parece tener la solución “ponle Mateo”. Entonces salta la pregunta. “Ya ¿pero si es mujer?”. “Naina Estefanny”, dice la futura madre. “¿Qué significa Naina?”, pregunta Luis. “Ojos bellos, en hindú”, responde. “Pero ni siquiera has visto sus ojos”. Reímos todos.

La importancia del nombre parece que va muy en serio en Peter y su esposa. Luis ataca de nuevo e increpa a Peter. “Dos nombres ¿para qué? ¿Tú usas tu segundo nombre? ¿Quién te llama Leen?”. “Así me dicen en mi chamba”, responde. “A ti te dicen Pipilín”, le digo. Nuevamente Luis tiene otra alternativa “ponle cinco nombres para que escoja”.

Bianka recoge los vasos de la mazamorra. Sasha ladra. Se abren las puertas del cuarto que está al fondo. Sale una amiga de la hermana de Peter. Se va y con ella Luis también. Minutos después hago lo mismo pero con Peter quien ya no vive ahí, le acompaña su esposa y su hermano. Nos despedimos de la hermana de Peter. “Pórtate bien”, aconseja la futura tía.

Llevamos la misma dirección y tomamos un taxi. Cuidado: bebé a bordo.

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1 Comment:

  1. Anónimo said...
    si puedes ir te lo firmamos en kasa tomada el 8 de agosto o en otro moento q puedas.
    gracias x tus letras.
    un abrazo
    a

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